El diario de Albina

 

 

Nací durante un invierno en Moscú de hace muchos años. Mi mamá vivía en la calle así que salí al mundo entre la nieve y el frío. Estuve tiritando pegada al cuerpo de mi madre hasta que puede levantarme y andar. Al principio me dio su leche y después me consiguió comida. Cuando me hice un poco mayor íbamos juntas hasta las puertas posteriores de los restaurantes para comer los restos que encontrábamos entre los cubos de basura. A veces la gente amable nos daba comida porque les dábamos pena.

Un día mi madre desapareció así que comencé a vivir mi vida en solitario. Paseaba por las calles y por las noches me refugiaba del frío bajo cartones.

Un día sucedió algo que cambiaría mi vida para siempre. Iba paseando por la calle cuando dos amables hombres me miraron, me ofrecieron comida y al seguirles, me subí en una furgoneta blanca con unos símbolos extraños dibujados por fuera. Durante un viaje que se me hizo bastante largo, los hombres me sonrieron y me cubrieron con una manta para que no tuviera más frío. La furgoneta al fin se detuvo y nos bajamos. Entramos en un edificio muy grande donde hacía un calor muy agradable. Me dieron más comida y me llevaron a una habitación pequeña con otras dos compañeras desconocidas.

A partir de ese día, unos hombres con batas blancas comenzaron a enseñarme cosas muy extrañas. Tenía que aprender a hacer lo que me decían y cuando lo hacía bien me felicitaban y aplaudían. Hice gran  amistad con mis compañeras. El caso es que parecía que nos entrenaban a las tres a la vez. Las habitaciones donde nos encerraron eran cada vez más pequeñas pero nos acostumbramos bien

Después de varias semanas, noté que una de mis compañeras lo hacía mejor y le dedicaron más tiempo que a mi. Y de repente, un día la separaron de nosotras. Creo que la llevaron a  otro lugar mejor por ser la más lista.

Nunca más la he vuelto a ver, pero yo sigo viviendo entre estos hombres amables aprendiendo más cosas. Nunca más he vuelto a pasar frío, ni hambre, ni miedo.

Ah olvidaba deciros una cosa, me llamo Albina y mi amiga tan lista…se llamaba Laika.

 

La perrita Laika fue enviada al espacio el 3 de Noviembre de 1957, justo hace 50 años. Murió en el cohete Sputnik II a las 4 horas de despegar, por la angustia y el calor generado por un defecto de diseño del Sputnik II. Albina era la perrita de reserva y nunca fue enviada al espacio. Siguió aprendiendo en el centro espacial el resto de su vida hasta tener una plácida muerte a una avanzada edad.

 

A veces ser el segundo en algo representa ser el primero de los vencedores.

 

 

LAIKA, hace 50 años en el Sputnik II