Ziyi y su maestro

 

Ziyi siempre había sido una niña muy activa a la vez que mentalmente muy inquieta. Según su cultura oriental era muy importante mantener el equilibrio físico y mental con el entorno. Por ello sus padres la llevaron a entrenar a un gimnasio de artes marciales para que combinase su entrenamiento físico con su desarrollo mental. Les recomendaron uno cerca de su residencia que al parecer pertenecía a Xiao Lin, que calificaban uno de los más completos maestros de China.

El primer día que Ziyi se acercó acompañada por sus padres al gimnasio, esperaba ver un gran edificio muy bien equipado y se sorprendió de que el dojo fuese una humilde casa de una sola planta con el tejado plano al que parece ser subía el maestro Xiao Lin siempre que deseaba escaparse del mundo y conectarse con el universo.

Así Ziyi comenzó a desarrollarse tanto físicamente con entrenamientos como mentalmente con las charlas que su maestro le daba.

En pocos años, Ziyi adquirió una habilidad extraordinaria para el combate, con lo que vencía fácilmente no solo a los chicos de su edad, sino a los mayores. Sus movimientos tenían una gran fluidez y sus reflejos eran tales que cansaba a sus enemigos masculinos que ni siquiera la alcanzaban una sola vez para golpearla. Luego ella esperaba su momento y con un certero golpe en algún punto vital los tumbaba.

Mentalmente la joven se fue formando: era cariñosa con sus padres, siempre educada y respetuosa con los demás a la par que solidaria con los pobres, enfermos o desfavorecidos.

Sin embargo había una duda que Ziyi nunca había podido aclarar y por ser un poco personal nunca se había atrevido a  trasladar a su maestro.

Un día, la aventajada alumna de Xiao Lin, entró en el dojo, subió al tejado, se le acercó y le encontró contemplando el cielo. Armándose de valor le preguntó a su maestro por qué no había aprovechado todo su talento para hacerse rico y famoso.

Xiao Lin, sin dejar de vagar con sus ojos por el cielo le dijo:

“Querida Ziyi, al nacer el cosmos nos alquila unos cuantos millones de átomos que poseemos a lo largo de nuestra existencia. Al final de nuestro camino devolvemos esos átomos y somos polvo en la inmensidad de la historia del universo. Pero ese instante más corto o más largo que hemos sido "vida", hemos poseído millones de átomos del universo. Durante ese tiempo… ya hemos sido inmensamente ricos de verdad. Es más importante dejar nuestra huella en el mundo en forma de amor entregado a los demás y en las buenas acciones que queden tras nuestra muerte a que nos recuerden simplemente por ser famosos”.

Ziyi se hizo mayor y siempre llevó una discreta vida junto a su amado marido legando al mundo varios encantadores hijos que siempre la veneraron.