La fábrica de nubes

 

 

Dos buenos estudiantes de ingeniería de una universidad europea al terminar sus estudios decidieron buscar fortuna instalando una fábrica en un lejano país de oriente.

Uno decidió ir a una zona donde la mano de obra barata era fácil de conseguir y montó una fábrica de productos químicos. Los trabajadores cobraban poco a cambio de esfuerzo y muchas horas diarias de trabajo. Sin embargo la mayoría de la gente estaba agradecida por haberles ofrecido trabajo. La empresa vertía a la atmósfera humos grises y amarillos pero todos lo asumían como parte del progreso. La esposa de este joven era europea y en pocos años tuvieron hijos. Residían en una gran mansión que por seguridad estaba aislada del resto de la población. La fábrica empezó a dar muchos beneficios que en cierto modo repartía entre sus trabajadores por lo que en seguida mejoraron su estilo de vida pasando de ser modestos trabajadores a capitalistas y consumistas.

El segundo estudiante, se decantó por una zona desértica donde la gente malvivía con algo de ganado. Después de una gran labor, instaló una pequeña fábrica casi automatizada que empleaba muy poca mano de obra y cuya fabricación era un secreto, pues nada salía de sus puertas. Tan solo se percibía que sus chimeneas expulsaban un vapor blanco que al llegar al cielo no se disolvía. Los residentes locales no tenían mucha relación con la fábrica, pues ni los empleaba ni les generaba trastornos. Debido a los casi nulos beneficios, el segundo joven vivía en una pequeña casita cerca de su fábrica y vivía de hacer reparaciones de maquinaria a los habitantes de esa región. Conoció a una bella mujer cuya piel era de un precioso color ébano y se casaron. Sus hijos salieron de piel morena como digna mezcla de ambas razas. Después de un corto tiempo, el clima de esa zona desértica comenzó a cambiar: había nubes con frecuencia y frente a los tres o cuatro días de lluvia anuales que había inicialmente, se pasó a que cada mes varios días llovía. Lo que en un principio era desierto se fue convirtiendo en zonas verdes con huertas, jardines y diverso ganado. Las enfermedades y el hambre diminuyeron y la población aumentó debido sobre todo a la migración de otras regiones y a la disminución de la mortandad.

La región de la fábrica química del primer joven comenzó a polucionarse, sobrevinieron enfermedades e intoxicaciones pero nadie quería marcharse por temor a perder el empleo y sus buenas condiciones de vida. Lo que en un principio pareció una bendición con dinero y trabajo se convirtió en un castigo contra su salud y sus costumbres, y una espiral de la que no podían salir sin perderlo todo.

Sin embargo, la región donde estaba la fábrica que solo generaba nubes se convirtió en un vergel con gentes sencillas pero satisfechas de que su antiguo desierto fuese ahora la envidia de todo el país.

El progreso se logra mejorando las condiciones de vida pero manteniendo la personalidad de un pueblo, mientras que importando condiciones y costumbres externas se destruye lo que un pueblo milenario puede ofrecer.

 

 

P.D. En breve me iré unos días a zonas desérticas, pobladas de hombres con turbante, construcciones talladas en la roca, mares en los que se flota sin nadar y donde parece que tiempo se ha detenido. Me rozará el viento, hablaré con el sol y valoraré el agua. Necesito descanso de mis exigentes misiones y por unos momentos soñar a detener este mundo tan veloz.